Ocultas a los ojos,
de tanto mirar sin ver;
pero en la vida
se matizan tus riquezas.
Es tu vida, hermano,
de todos los días.
En ti, los sueños, solo como eres.
No más cuentos con adornos imposibles
que no existen.
Solo eres,
como eres en la realidad oculta
que te envuelve
y te hace humano,
bellamente humano.
Lo humano de ti, hermano,
es la argamasa
que se dispone a equilibrar,
entre un ladrillo y otro,
hasta quedar el edificio
dibujado plenamente,
entre la realidad y los sueños.
Rincones de bellezas,
escondidas en tu rostro,
de gestos y sonrisas:
Allí la vida.
¿Qué más da?
¿Qué pretendo de ti
lo que la vida me hace suponer
más allá de lo real de tu humanidad?
Tal vez,
la realidad choca en los deseos
por mirar ingenuamente la vida.
Eres como eres:
realidad,
amasijo de sueños y esperanzas,
como todos, humano.
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