No puedo darte soluciones
para todos los problemas de tu vida,
ni tengo respuestas para tus dudas y temores,
pero puedo escucharte y buscarlos junto a ti.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro,
pero cuando me necesites, estaré allí.
No puedo evitar que tropieces;
solamente puedo ofrecerte mi mano
para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y éxitos
no son míos,
pero disfruto sinceramente
cuando te veo feliz.
No juzgo tus decisiones que tomas en la vida;
me limito a apoyarte, a estimularte
y a ayudarte, si me lo pides.
No puedo impedir que te alejes de mí,
pero sí puedo desearte lo mejor,
y esperar a que vuelvas.
No puedo trazarte límites
dentro de los cuales debas actuar,
pero sí te ofrezco
el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tu sufrimiento
cuando alguna pena te parte el corazón,
pero puedo llorar contigo,
y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No te puedo decir quién eres,
ni quién deberías ser:
solamente puedo quererte como eres,
y ser tu amigo.
Jorge Luis Borges
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