La Educación En Valores

Cuando emitimos una opinión, expresamos un juicio, estamos automáticamente transmitiendo valores aún sin darnos cuenta.

Nuestros hijos, principales receptores de nuestras cualidades y de nuestras limitaciones humanas, van modelando de nosotros valores, actitudes y conductas.

Nuestro sistema de creencias básicas se va forjando desde muy temprana edad en la infancia. Cuando corregimos lo que  decimos, sobre todo si es algo reiterativo y sistemático, amén de acompañado de una fuerte carga emocional, va dejando huellas en nuestros hijos. Estas, a veces, son lamentablemente imborrables. Por ejemplo: “Eres un tonto, no vas a servir para nada, cuando crezcas”. Con estos comentarios los menospreciamos y les infrigimos un duro golpe a uno de los pilares en que descansa el bienestar psicológico del ser humano y, por ende, su felicidad: la autoestima. Un joven con una buena autoestima es una persona feliz; se lleva bien con los demás, tiene una vida llena de intereses, es respetuoso del otro y, de igual manera demanda respeto para sí mismo; además posee un sistema de valores que le brinda seguridad.

Los valores son parte fundamental de un buen carácter: responsabilidad; integridad; honestidad; lealtad; tolerancia; solidaridad; disciplina; humildad; pudor; respeto; orden; y patriotismo; entre otros.

Recién se inicia un nuevo siglo con innumerables avances tecnológicos y científicos que sin lugar a dudas harán nuestra vida más fácil, más rápida, más confortable y posiblemente más segura. Pero la sociedad de consumo que se ha creado a consecuencia de estos avances ha coayudado a formar personas con valores “fáciles”, “rápidos” y que los hacen sentir “más cómodos” con ellos mismos y con sus conciencias. “El fin justifica los medios”, “no tengo que aguantarle nada a nadie”, “yo siempre voy primero”; “no tengo por qué ayudarte”: son expresiones que a diario escuchamos y que reflejan el hedonismo en que vivimos hoy (la búsqueda del placer: sexo, alcohol, drogas, juegos).

Por eso se hace un tanto más difícil para los padres y los educadores la transmisión de los valores humanos. Vivimos hoy en una sociedad cada vez más deshumanizada donde lo material sobrepasa lo espiritual y lo psicológico.

Los medios de comunicación “venden” lo que más ganancias brinden a las grandes corporaciones.

Por lo tanto, los padres debemos hacer frente a una tarea difícil: educar muchas veces en un contexto adverso. Los grandes sermones parecen no surtir mucho efecto.

Nuestra labor como padres es la de: amar a nuestros hijos incondicionalmente por lo que son y no por lo que quisiéramos que fueran; educarlos con el ejemplo y estar en estrecho contacto con ellos  y con su medio (escolar y social).

Otro aspecto no menos importante que los señalados anteriormente es entender que los tiempos han cambiado y que el medio en que vivimos no es el mismo de cuando éramos adolescentes. Debemos reconocer las grandes limitaciones de nuestra sociedad, a sabiendas de que es en la que nos ha tocado formar nuestra familia y que debemos dirigir nuestros mejores esfuerzos en tratar de mejorarla, desde nuestra perspectiva de ciudadanos y de padres.

Si nos convertimos en perennes críticos de los jóvenes de hoy (su música, su ropa, su lenguaje) les estamos dando la espalda y dejándolos a expensas de un medio que no está necesariamente interesado en los mejores intereses y el bienestar de los adolescentes. La falta de un ambiente familiar armonioso y funcional se relaciona muchas veces con problemas de conducta en los jóvenes.

Educar hoy en valores es una tarea difícil, pero no imposible. Si los padres estamos claros de quiénes somos y de cuál herencia queremos dejarles a nuestros hijos, entonces no habrá barreras que nos detengan, ni vientos que nos derrumben.

Si miramos a nuestro alrededor encontraremos felices ejemplos de entrega, solidaridad, honestidad, y patriotismo.

¡Lo podemos lograr!

Y para concluirles esta reflexión una frase tomada de “The tablet”: “LOS NIÑOS DE TODAS LAS EDADES TIENEN UNA COSA EN COMÚN… ELLOS CIERRAN SUS OÍDOS A LOS CONSEJOS Y ABREN SUS OJOS AL EJEMPLO.”