Autoridad Sana

Escrito por Angela Hooper en Reflexiones para Padres

Como padres, uno de nuestros papeles es ayudar a que nuestros hijos crezcan, promoviendo la internalización de las normas sociales necesarias para relacionarse. En el mundo lleno de estímulos en que nos ha tocado vivir, nuestros hijos, necesitan reglas claras y consecuencias acordes a su edad, que los ayuden a discernir entre lo adecuado y lo inadecuado, lo correc to y lo incorrecto.

 

Ejercer la autoridad sin ser autoritario o permisivo es todo un reto. Los padres autoritarios imponen reglas rígidas sin dar lugar al diálogo, tratan de controlar actitudes y el comportamiento de sus hijos, esperando que ellos se ajusten a un estándar de conducta dija y absoluto, lo que puede provocar que los hijos se rebelen o por el contrario, asuman una posición de sumisión frente a los padres y sus compañeros. En el otro extremo, los padres permisivos dan excesivas libertades a sus hijos, poniendo pocas o nulas restricciones a la conducta de ellos. En estos casos, los hijos tienen poca dirección, fruto de unos padres que frecuentemente está tan decididos a mostrar a sus hijos amor incondicional que dejan de lado la función de poner límites. Lo más sano es poner límites adecuados a la edad de los muchachos y el sistema de valores de cada familia, estando abiertos al diálogo y respetando las diferencias, dando espacio a los hijos para que tengan su propia forma de ser, sus gustos e inclinaciones.

 

Los hijos necesitan que sus padres muestren una posición de autoridad unida ante ellos. Cuando a los jóvenes se les plantean las reglas y posibles consecuencias, o se les otorgan o no permisos, ambos padres deben mostrar estar de acuerdo. Cuando una madre niega un permiso y el padre lo da, o viceversa, se crea una confusion en los jóvenes pues las reglas no están claras, y esta desautorización puede dar lugar a manipulaciones y alianzas entre los hijos y uno de los padres. Para evitar que esto ocurra, es beneficioso que los padres dialoguen en privado, en la medida en que los hijos van viviendo cada etapa, sobre cuáles valores y normas desean inculcarles a sus hijos, qué nuevos permisos o libertades se les pueden ir dando a los hijos según van creciendo. Una vez han definido esto, ponerle las reglas a los hijos de una forma clara. Esto es algo que puede hacerse incluso si los padres están separados.

 

Cuando los padres han logrado mantenerse unidos en el ejercicio de la autoridad, sin desautorizarse, poniendo reglas en coherencia con sus actos y los valores de su familia a la vez que les hacen sentir a sus hijos que son amados y aceptados, los hijos crecen con autoestima y un sentido de respeto a los demás y a su entorno.

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