La Puntualidad

Escrito por Ryde Acosta en Los Educadores se Expresan

Hoy en día, gracias a los nuevos adelantos, la buena administración del tiempo se ve como un valor muy importante. No importa el área del saber que se desarrolle, lo que se espera es que se  cumplan los plazos establecidos en el tiempo establecido. Esta es una postura de vida que se aprende desde niño, no ya cuando somos adultos. A los que nos referimos en esta entrega es al valor de la puntualidad.

Según la Real Academia de la Lengua puntualidad es el “cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida”; en otras palabras, el valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo. Es ante todo una actitud de respeto al tiempo del otro, una muestra de educación.

El valor de la puntualidad nos hace ser personas merecedoras de confianza y con las que los otros pueden contar, por lo que es importante desarrollarla en nuestros niños. Primero es necesario ejercitar el orden con horarios a las horas de comida y dormir, luego cuando sean adolescentes se desarrollará sobre esta base el valor de la flexibilidad.

Muchas veces la impuntualidad se origina en el  interés que despierta otra actividad, por ejemplo, es más atractivo para un adolescente seguir viendo un poco más de televisión o seguir jugando un videojuego que llegar a tiempo a las clases. Debemos enseñar a los jóvenes a no vivir de acuerdo a sus gustos, pues eso los llevará a poca formalidad en su actuar y reafirmará el vicio de llegar tarde.

Para crecer y hacer más firme este valor, puedes iniciar con estas sugerencias:
Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc.

Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos…

Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días.

Implementa un sistema de “alarmas” que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas …

Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.
Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza.

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Mar/13
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