¿A qué te dedicas? “Soy constructora de la base de la sociedad”. Esta contestación suena verdaderamente ridícula y hasta petulante, pero debería ser la respuesta de esas señoras que empiezan su día a las seis de la mañana, vistiendo y peinando a sus niños, para llevarlos a la escuela; corriendo al supermercado para tener la comida a tiempo, y revisando la tarea de uno, en lo que pone el leotardo de ballet a la otra para su clase de la tarde.
Cuando me encuentro entre un grupo de mujeres, en algún desayuno o en un “cafecito”, comienzo a oír cómo cada una de ellas saca a relucir sus “glorias personales”: “Estoy estudiando un diplomado”, “Vendo ropa y me va de maravilla”, “Me dieron el puesto en la compañía”, “Ya puse mi propio negocio”, etc., etc.… Por ahí hay una señora muy callada que sólo escucha hasta que alguien le pregunta: ¿A qué te dedicas? Ella con un dejo de vergüenza por ser tan simple y cierto aire de resignación contesta: “Yo sólo me dedico al hogar”.
¡Qué sería de este mundo si se hubieran extinguido esos raros y valiosos especímenes que ejercen la valiente profesión de ser MADRES DE FAMILIA!
Mucho se ha hablado de la “realización personal”, de la “superación” y del “encuentro consigo mismo”, hay cientos, miles de libros que te venden tips para tu crecimiento personal y para alcanzar el éxito. También hay millones de mujeres que, buscando todo esto, lo compran, los devoran, ávidas de conocimiento y después los olvidan porque se dan cuenta de que las “recetas” que contienen no son sinceras.
Las mujeres de hoy buscamos reconocimiento constantemente: queremos ser las número uno en todo, destacarnos, superarnos y “liberarnos”. Estos deseos o espejismos han acarreado graves consecuencias como hogares destruidos, porque cada quien se fue en busca de “algo” y se olvidó de los demás.
También ocurre que en ocasiones idealizamos tanto lo que debe ser un matrimonio que, a la primera dificultad, alguno de los dos empaca sus maletas porque no está dispuesto a sufrir. Irónicamente el hecho de huir del dolor ha sido precisamente el causante del mismo. No sólo del dolor de una mujer o de un hombre, sino de los hijos que engendraron y que ahora van de un lado a otro. ¡Cuántos mitos, cuántos ideales tratamos de alcanzar! Pero creo que nos hemos olvidado de buscar todas éstas en nuestra misma naturaleza femenina y en el hogar que hemos formado. Una mujer activa puede poner un negocio de gran éxito o estudiar con mención honorífica. Puede ser la ejecutiva de cuentas más eficiente de todas o la directora de una prestigiosa institución. Cualquier mujer puede ser sustituida. En todos estos cargos laborales, con mayor o menor dificultad. En términos prácticos, alguien más, hombre o mujer, joven o viejo, rubio o moreno, podría hacer lo que ella hace e inclusive superarla.
La profesión de ser mamá es, hasta hoy, el cargo más alto que un ser humano pueda desempeñar. Desgraciadamente la sociedad consumista con su culto al dinero ha hecho que se menosprecie esta labor porque, aparentemente, “no produce ingresos a la familia”. No hay nada más equivocado que esta idea, pues una madre es la cabeza de una institución que representa la base de toda la sociedad. Dirige una empresa llamada FAMILIA cuya producción es, nada más y
nada menos que todos los hombres y mujeres que construirán el futuro. ¿Conoces alguna empresa que la supere? De la familia salen los empresarios, las ejecutivas, los obreros, las secretarias, los que manejan las máquinas y usan las computadoras. De ella salen los hombres y mujeres que producen los bienes que todos anhelamos. Y la única directora general, que a su vez es gerente asistente operativa de esta institución es precisamente la madre de familia. Cuando observes a una más tendiendo las camas, lavando los platos, siendo chofer de sus hijos en las tardes o curando raspaduras en las rodillas traviesas, te darás cuenta de que está a su cargo la “Gerencia de Servicios Generales e Intendencia”. Cuando la ves explicando las difíciles divisiones de punto decimal, enseñando a saludar y a dar gracias y señalando lo que es el respeto, la educación y la honradez te quedará claro que ella es toda una Gerente de Recursos Humanos. En las ocasiones en que niega o da, en que castiga o premia, cuando permite aquello que considera una oportunidad para sus hijos o hábilmente evita malas influencias, podría representar el Departamento Financiero mejor manejado. ¿Has oído a una mamá hablar sobre las virtudes y “gracias” de sus hijos? Ya quisiera cualquier Gerencia de Mercadotecnia contar con una promotora tan efectiva, que crea tanto en su producto y que gracias a esa fe, logre tantos éxitos.
Esto sólo por enumerar algunas de las múltiples funciones y facetas de una madre, quien sin duda alguna es el ser más generoso, valiente y capaz.
¡Felicidades Madres!
Publicada originalmente el 28 de mayo del 2010
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