Aprendo 2012: Decisión de Vivir

Escrito por Administrador en Seminario Aprendo 3

Compartimos con ustedes una de las magistrales ponencias del Seminario Aprendo 2012 de Educa: “Decisión de Vivir”  por Islen E. Rodríguez y Denny Hernández.  Pueden leer el documento completo a continuación:

Introducción

Según el Informe de Progreso Educativo en Centroamérica y la República Dominicana realizado por la OPREAL y la Comisión Centroamericana para la Reforma Educativa del año 2003 Titulado “Es Hora de Actuar”, la mayor responsabilidad de la calidad educativa recae sobre los docentes (OPREAL,2003).  El mismo informe enuncia que:

“Si no se sabe cuán bien hacen su trabajo (los/las docentes), es difícil pedir rendición de cuentas y si no se promueve una buena docencia, no se puede garantizar que nuestros niños reciban una educación de calidad” (OPREAL, 2003, p. 18).

 

Desde esta perspectiva, se hace necesario que los y las  docentes asuman un rol activo y dinámico en el proceso diario de enseñanza-aprendizaje para que impacte de manera positiva en la calidad del centro. Un rol activo y dinámico implica tener iniciativa, arriesgarse a cambiar y sobre todo, implica un cuestionamiento constante acerca de la efectividad del trabajo realizado; se hace indispensable que los y las docentes posean herramientas y  condiciones que faciliten la evaluación constante e individual de ellos mismos. Que puedan ir cuestionando críticamente sus prácticas en búsqueda de un mejor desempeño.  Es muy común encontrarse con docentes que repiten su práctica sin preguntarse si son efectivas o si requieren de alguna modificación  para obtener mejores resultados. Esto sucede a pesar de que cada año se enfrentan a nuevos escenarios, situaciones y estudiantes que pudieran necesitar diferentes tipos de estrategias para abordar los contenidos. Se observa que  a los docentes se les dificulta tomar unos minutos para pensar sobre su práctica pasada y  su práctica diaria.  Cada inicio de año los planes anuales son los mismos que han estado usando por más de cinco años; los mismos propósitos y hasta las mismas actividades, entonces, es bueno preguntarse si esta práctica de repetición ayuda en la consecución de los logros y los aprendizajes de estudiantes que asisten a estas clases o si por el contrario, de alguna forma, lo entorpece.

 

Decisión de Vivir es un espacio que dirige al participante hacia su interioridad, facilitando así la autoreflexión que busca el mejoramiento personal y profesional, libre de mecanismos de defensa.

Contenido

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el concepto vivir como:

vivir1.(Del lat. vivĕre).

1.          intr. Tener vida.

2.          intr. Dicho de una cosa: durar.

3.          intr. Habitar o morar en un lugar o país. U. t. c. tr.

4.          intr. Obrar siguiendo algún tenor o modo en las acciones, en cuanto miran a la razón o a la ley.

5.         intr. Mantenerse o durar en la fama o en la memoria después de muerto.

6.          intr. Acomodarse a las circunstancias o aprovecharlas para lograr sus propias conveniencias. Enseñar a vivir. Saber vivir.

7.         intr. Dicho de una cosa: Estar presente en la memoria, en la voluntad o en la consideración.

8.         intr. Dicho de Dios: Estar en la memoria, en la voluntad o en la consideración y asistir particularmente a alguien con sus inspiraciones.

9.         tr. Sentir o experimentar la impresión producida por algún hecho o acaecimiento. Hemos vivido momentos de inquietud. Todas sus alegrías y sus penas fueron vividas por nosotros.

 

Si se toma la definición número nueve, la acción de vivir no se limita únicamente a respirar y tener vida, sino que, implica que  el ser vivo se involucre en situaciones que le afectan de manera positiva o negativa. El ser humano es un ser complejo, la capacidad de razonar y de discernir nos coloca arriba de todos los seres vivos; no es el instinto el que mueve las acciones humanas, es el discernimiento y, la mayoría de las veces, la experiencia.  Se obtiene conocimiento a través de lo que se ha experimentado por cuenta propia e inclusive, por la experiencia de los demás.

 

Es desde esta perspectiva que se invita a los participantes a profundizar en el concepto “vivir”, para ir más allá de las definiciones dadas y acoger un concepto más global que envuelva las dimensiones del ser humano, las cuales, tomando del trabajo de la Asociación de Colegios Jesuitas de Colombia, ACODESI, son: Dimensión Ética, Dimensión Espiritual, Dimensión Cognitiva, Dimensión Afectiva, Dimensión Comunicativa, Dimensión Estética, Dimensión Corporal, Dimensión Socio-Política.

 

 

Atender al concepto “vivir” integralmente, abarcando todas las complejidades del ser humano; sus necesidades, sus frustraciones, sus deseos, sus miedos, sus alegrías, sus propósitos, sus responsabilidades, sus expresiones, sus ideales, y, que todo esto pueda ser identificado de manera consciente por el individuo. Y ¿Cómo se puede estar consciente de todas las complejidades que posee el ser humano? ¿Cómo puede el ser humano identificar todo lo que forma parte de su interior?

Cuento:

-Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le dijo a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia. El iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse. Ellos superarían esta etapa de alguna manera. El Jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal. El carpintero accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera. Cuando el carpintero termino su trabajo y su Jefe fue a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió al carpintero, las llaves de la puerta principal. “Esta es tu casa,” – dijo, “es mi regalo para ti.”

Con esta lectura se pretende motivar a los participantes a trabajar su interior y a no dejar que el día a día les arranque la dedicación por sí mismos.

Para conocer e identificar las complejidades que se poseen, lo primero que debe hacerse es ir a su interior, a ese espacio en donde todo se conecta de manera dinámica.  Esto requiere de tiempo.  El individuo debe disponer de un periodo de tiempo para trabajar consigo mismo, para observar y comprender su interior.  Hacerse preguntas abiertas que le suministren información amplia de su vida. En el blog Hijos de los Sueños citan a Albert Einstein con la frase: “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.”

Hay que reflexionar sobre el propósito que se tiene en la vida, las experiencias, los éxitos, los fracasos, los logros y las frustraciones que han acompañado al ser humano durante todo su vivir, porque como plantea José Ramón Urbieta “Vivir sólo desde el exterior y para el exterior dificulta mucho el poder dar sentido pleno a la vida”.  Sólo cuando se profundiza acerca de la forma en que se responde  ante situaciones, se profundiza acerca de la manera de enfrentar los desafíos y las victorias; cuando se dispone tiempo y energía para conocer su historia personal y la forma en la que esta influye en nuestro diario vivir, se empieza a comprender el ser que “es”.  Relacionado a este punto Fernando Bárcena comenta: “Cada individuo es el fruto de una historia; no es el resultado de la aplicación de un plan o programa específico previo, sino un constante comienzo…” BÁRCENA,  2005.

 

Existen algunos elementos que dificultan trabajar el interior, entre ellas se cita: la culpa, las insatisfacciones y el miedo; miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la pérdida de poder, miedo a no llegar a fin de mes y miedo al cambio.

La culpa que se arrastra; esa, que muchas veces impide que las personas sean felices y les causa dolor, tristeza. Una persona llena de culpa difícilmente se tome el espacio para reflexionar en sí mismo, ya que está condicionado a encontrar equivocaciones pasadas que le llenan de remordimiento. La culpa paraliza al momento de asumir cambios y aceptar retos, limita al ser humano y lo carga con frustraciones e insatisfacciones.

Las insatisfacciones limitan las relaciones interpersonales evitando hacer lazos, ya que, al sentirse inconforme consigo mismo la persona no lo estará con los demás, sin importar lo que hagan.  La insatisfacción puede originarse a raíz del sentimiento de culpa y  la preocupación, esto provoca la fuga del presente, y por ende, la pérdida de  experiencias que la vida ofrece.

 

El miedo  no deja que las personas aprovechen las oportunidades, además, agota la vitalidad física; “el miedo a la interioridad es un síntoma de que dentro de nosotros hay más insatisfacción que alegría…” Urbieta, 2006.

 

Siguiendo con Urbieta, “…el interior es el lugar privilegiado para conocer e interpretar el mundo exterior.  Desde esa atalaya podemos reposar experiencias, asimilar vivencias, tomar decisiones, enmendar errores, amasar perdones, formular juicios equilibrados, serenar estados de ánimos, reafirmar convicciones, corregir conductas, pasar revista a recuerdos…y hacer proyectos.  Desde el interior podemos reflexionar de manera privilegiada sobre los hijos y los alumnos, sobre nuestras convicciones y formas de actuar.  La educación es camino de autenticidad y por eso esta empedrada con teselas de interioridad” Urbieta, 2006.  Y es partiendo de este enfoque que se propone iniciar un cambio educativo desde el docente mismo; buscando fortalecer sus debilidades y limitaciones, y, motivando al amor y a la valoración propia.

Todos los docentes impactan las vidas de sus estudiantes y desde esa mirada responsable, cada docente propone una forma de vida que a su vez puede alejar a sus estudiantes o por el contrario, puede atraerlos,   puede invitarlos a imitar el ejemplo observado.  “Nuestra forma de mostrar el mundo, de relacionarnos con el, la manera en que damos clase y establecemos los papeles que a cada uno de nosotros nos corresponden en ese aprendizaje, es un reflejo de cómo somos, cómo vivimos, cómo pensamos, en un determinado momento de nuestra vida.  El principal valor, el principal activo de un profesor, es nuestra personalidad, la capacidad de comunicar la propia vida, de cuestionarla, de atreverse a pensarla, a inventarla, a proponerla en juego para que sirva, junto con la de cada uno de sus alumnos, como espacio de aprendizaje” Bazarra, Casanova, García Ugarte, 2005.

 

En la actualidad es necesario que los docentes desarrollen y compartan el afecto, la esperanza por la vida y por el ser humano.  ¿Cómo lo iniciamos?  Precisamente provocando en los docentes este afecto y esperanza por la vida y por el ser humano desde sus adentros, desde su autentico ser.

 

El docente debe decidir ver su riqueza interior, arriesgarse a vivir de más; vivir el resto de cada uno de sus días de la mejor manera.  Que asuma el reto de volar, recuperar el vuelo si lo ha perdido y que siempre lo acompañe una inmensa alegría por vivir.  Amarse a sí mismo con todos sus defectos, claro, no limitándose a ellos, pero queriendo siempre ir más allá, entendiendo su condición y comprendiendo su ser.  Cuando un docente busca en sus adentros se preocupa por estar repleto de amor por sí mismo y este amor contagia a sus estudiantes, a sus hijos y a su vez, les da alegría y les llena de una confianza que se acrecienta cada día. Urbieta, 2006.

 

CUENTO

 “Cuentan que una vez había un hombre miope que no sabía que era miope. Charlando un buen día con un amigo, se dio cuenta de que este veía más cosas que él:

-Seguramente que eres miope- le dijo el amigo. Deberías ir al oculista para mejorar tu visión. Te estás perdiendo muchas cosas hermosas, por no ver bien.

Nuestro miope hizo caso a su amigo y fue al oculista. Éste le examinó y le dijo:

-¡Nada de importancia! Con un colirio se le curará. Vaya a la farmacia, compre este colirio y aplíquelo tres veces al día.

El hombre miope salió contento de aquella visita, agradecido a su amigo, agradecido al oculista, y solamente apenado por no haberlo hecho antes. Compro el colirio de su esperanza, y mientras iba para la casa, pensaba:

-Comenzaré por mi mujer. Llevamos casados ya casi cincuenta años, apenas veo su rostro y la quiero con toda mi alma.

Llego a su casa y contento le dijo a su esposa:

-Quiero que tú seas la primera.

Sin más preámbulos, sacó el colirio y con un paño limpio y todo su empeño, comenzó a embadurnar todo el rostro de su mujer. Ella lo dejo hacerlo, pensando que seria alguna de las bromas su marido. Pasaron varios días y su visión no mejoraba realmente nada. Entonces, recordó: me dijo el oculista que debía hacerlo tres veces por día. Así es que su paciente esposa tuvo que someterse aquel experimento prodigioso tres veces al día. Pero la cosa no parecía mejorar, ni si quiera con la frecuencia de aquel masaje. Nuestro miope acabó por perder la paciencia.

Comenzó a desconfiar de su amigo, del oculista…Se sintió engañado por su amigo y estafado por el oculista, incluso por el farmacéutico:

-¡Este mundo esta lleno de sinvergüenzas, de ladrones, de pícaros… No debo fiarme de nadie: hasta los amigos se ríen de mi!

Estaba dolido y enfadado.

Cogió su colirio y una buena dosis de enfado y se fue ver al oculista. Allí, delante del médico y sin dejarle mediar palabra, desahogó toda su ira:

-¡Es usted un estafador, un irresponsable! Este colirio no sirve para nada. Más idiota he sido yo, por creer en gente tan embaucadora como usted, y,  además podía haber dejado ciega a mi mujer…

Nuestro miope se echó a llorar:

-Es lo que más quiero en mi vida y podía haberle hecho mucho daño por su culpa.

Mientras el miope lloraba, el médico muy extrañado, le preguntó:

-Pero ¿puedo saber qué ha hecho usted?

-¡Lo que usted me mandó: untar tres veces al día el rostro de mi esposa para poder verla!

El oculista no daba crédito a lo que estaba oyendo. Después de un silencio y lleno de paciencia y ternura, dijo al miope:

-Mi querido amigo, el colirio no es para que vaya usted embadurnando ni a su mujer, ni a sus amigos… ni al mundo entero. La miopía la tiene usted dentro de sus ojos. Es usted quien tiene que curar sus ojos. No debe intentar de que sean los otros quienes cambien, porque el mal esta dentro de sus ojos. Por eso, le recete un colirio, y los colirios son para ponerlos dentro de los ojos. Hágalo así y comenzará a ver a su mujer, a sus hijos, y a todo el mundo de otra manera.

Tomado del libro: “El regalo de si mismo”.  José Ramón Urbieta

 

Si no existe ese yo adulto que se hace responsable de sí mismo, de sus decisiones y todo lo que tiene como consecuencia de su vida, entonces es difícil que pueda enriquecerse en su interior.  Entender que lo vivido aunque sea desagradable puede ser provechoso, reconociendo que no se tiene todo el conocimiento, más sí el autentico deseo de aprender y comprender.   Hacer de las necesidades un nuevo compromiso que cumplir.

 

 

Pero para llegar a este adulto, hay que enfrentar crisis.  “una crisis es la distancia que hay entre dos síntesis” Urbieta, 2006.   Un dilema en el qué se hace necesario decidir que hacer con la información que nos pone en ese momento de crisis, entiendo que la vida es más que un error, que un fracaso, que una enfermedad, más que una perdida…

 

 

CUENTO

 

”  LA  SEMILLA  QUE  CRECIÓ ”

  Hace bastante tiempo, no lo recuerdo muy bien, pasó un sembrador por esta tierra mía y fue dejando caer sus semillas.  Con cariño les hablaba y decía una cosa a cada una :

        – Sé un buen árbol, para que se posen en ti, las aves del cielo.

            – Da  buen trigo, para que pueda el molinero hacerte harina y ser      luego un hermoso pan familiar.

            – Crece bien, para girar luego con el sol.

            – Danos buen aceite, para condimentar sabrosos alimentos.

             Y aquel sembrador salía todos los días a ver crecer el campo y veía satisfecho cómo cada planta echaba sus tallos y sus hojas. Sin embargo, entre todas aquellas plantas, notaba la falta de una semilla que no había salido todavía a la luz. Todos los días esperaba con ansias verla aparecer.

            Pero dentro de la tierra se oía el rumor de la semilla: 

            – Sé que es hora de crecer, de salir de la tierra y dar flores y frutos.  Pero si salgo y no llueve, me moriré de sed, y si hace mucho frío me congelaré, o si hace mucho sol, me abrasaré.  Puede que  alguien me pise y me aplaste…

            _ Yo quisiera ver la luz el día, ser un árbol fuerte y dormir a la luz de las estrellas, pero, si salgo y las cosas van mal, todo se acabará.

            Aquella semilla nunca se atrevía a crecer, hasta que un día, en medio de dudas y miedos, recordó lo que dijo el sembrador cuando la puso en la tierra:

            – ” Crece, porque te necesitamos. Por tu lado pasará mucha gente y se sentarán bajo tu sombra para descansar.  Las aves harán nidos en tus ramas y alegrarán con sus trinos a los viajeros.

            Cuando recordó todo esto, comprendió que alguien la esperaba y no podía quedarse más tiempo bajo el suelo. Se puso a crecer, y cuando salió a la luz, encontró la sonrisa del sembrador y luego vio mucha gente que pasaba por allí mismo, y deseó con todas sus fuerzas crecer más y más.

            Vinieron las nieves y los vientos del invierno, pero luchaba con todas sus fuerzas con el fin de no ser arrastrada por el viento, ni ser tronchada por el peso de la nieve.

            Y si la riada de lluvia llegaba hasta su tronco, aquel arbolito se agarraba fuerte a sus raíces, de manera que no había forma de arrancarle del suelo.  Y siempre, todas las tardes, encontraba la mirada del sembrador que se fijaba en él y sonreía.

            Así creció un año y otro, viendo cómo la gente se acercaba por el camino y al llegar a su lado se paraban, miraban el horizonte, descansaban un buen rato, y caminaban adelante …….

            Creció y creció.  La gente veía sobresalir el árbol por encima de todos, desde muy lejos.  Le llamaban “El Árbol del Camino”, aunque había muchos otros, porque ninguno era tan alto y fuerte.

            Un día, descubrió cómo un águila hacía su nido entre sus ramas más altas. porque desde allí se podía casi tocar el cielo y ver bien las estrellas.  Y, como todas las tardes, la visita del sembrador que le miraba sonriente y esperaba algo más de él.

            Cada vez era más firme, robusto y recto, y su corteza, arrugada por los rigores del invierno, seguía allí para testimonio de todos los que le veían y le llamaban ” El Árbol del Camino”.

            Un día descubrió, cuando llegaba ya el invierno, que el sembrador tenía frío. Y el árbol desgajó de sí mismo una rama para que el sembrador hiciera leña y se calentara día tras día.

            Pero un día, aquel sembrador no fue a visitar el árbol.  Comprendió que había llegado la hora.  Aquella noche hubo una gran tormenta.  Un rayo recorrió aquel árbol de arriba abajo y no quedó más que el tronco, el que la gente llamaba  ” El tronco del Viejo Árbol “.

Manuel Sánchez Monge

 

 

17
Sep/13
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