Educación y Valores

Escrito por Hno. Alfredo Morales en Hno. Alfredo Morales, Reflexiones para Educadores

348092551. Introducción, y concepto de VALOR.

Cuando hablamos de educación, terminamos hablando de valores; y cuando hablamos de crisis de la sociedad, caemos en el tema de la crisis de valores. ¿Por qué?
En la conciencia humana existe ese trasfondo que nos predispone a pensar, sentir y actuar en una forma que dé coherencia, estabilidad y sentido a la existencia y a la cotidianidad. Algunos les llaman “creencias”, otros hablan de “actitudes”, muchos dicen: VALORES. Algunos opinan que este concepto sustituye al de VIRTUD en nuestro mundo actual, secularizado.
¿Qué entendemos por un Valor?  Hay muchas definiciones, que se complementan entre sí. Veamos algunas:

  • “Un Valor es un bien que responde a una necesidad humana”.
  • “Los Valores son criterios para evaluar la bondad de nuestras acciones”.
  • “Los Valores son cualidades apreciables en las diversas realidades”.
  • “Un Valor es la creencia estable de que algo es bueno o malo; de que algo es preferible a su contrario”…

Como se ve, la noción de Valor conlleva una dimensión moral, porque implica una conducta que es juzgada como buena o como mala. Todo Valor tiene, además de su función prescriptiva, una función incitativa: tiende a la acción.
Tiene también la función de dar significados a las conductas y, en algunas ocasiones, legitimarlas. La moral es una búsqueda de sentido, un esfuerzo por encontrar significaciones a la conducta humana. La adolescencia es precisamente una etapa de la vida en que se busca por todos los medios, encontrarle un sentido a lo nuevo que se descubre, lo que equivale a decir encontrar sentido a la vida. La escuela tiene que estar muy atenta a esa etapa crucial y definitoria de las opciones de sus estudiantes, porque regirán sus conductas en la vida adulta.
Pero un Valor nunca será tal si se queda como una simple noción intelectual y moral: es algo o alguien en quien se cree, por lo cual se lucha. Hay siempre un componente afectivo en la percepción y vivencia de los Valores.
Por tanto, todo Valor está ligado a una acción concreta: es algo que se busca, que se persigue con insistencia, que se vive intensamente. Vivir un Valor es mucho más que definirlo, nombrarlo o describirlo (verbalismo).

2. Algunas características de los VALORES.

Los Valores  no son las cosas mismas, sino una cualidad de ellas y en ellas. Son una realidad propia. No basta que existan cosas valiosas: es necesario que sean percibidas como tales por las personas. Ahí radica uno de los grandes desafíos de toda auténticaeducación en Valores.
Por su misma naturaleza, el Valor no puede ser impuesto. Hasta que no es percibido, reconocido y aceptado por la persona, no es tal valor. Esto cuestiona todo el sistema disciplinario de una Institución educativa: ¿imposición o comprensión y aceptación?
En esa  característica estriba la diferencia entre una Escuela Militar y un Centro educativo: en la propuesta axiológica, y no en la imposición de conductas y respuestas estereotipadas por la presión exterior, sin aceptación interior, o – peor aún- rechazo.
El Valor debe ser un bien que se nos ofrece y que reconocemos y aceptamos como tal. Se convierte entonces en un punto de referencia moral en la conciencia, lo cual influye decididamente sobre las pautas del pensar y del actuar humano.
Con ello se deduce inmediatamente que los comportamientos humanos están estrechamente conectados con el sistema de Valores que la persona profesa y vive o al menos intenta vivir.
Por eso, toda persona y todo grupo social debe conducirse de acuerdo a un “sistema de valores” (escala de valores, jerarquía de valores) que representan lo que se quiere, lo que se espera de una conducta determinada, lo que se exige, lo que se prohibe, lo que se permite. De la calidad y correcta jerarquización de esa escala de valores, depende la validez y eficiencia educativa de la Institución educativa que la sustenta. Porque los objetivos de cualquier proyecto educativo son, en la práctica, la expresión de los valores por los que dicha Institución opta, y promueve como deseables.

VALORES y conducta.

Los valores morales dan la medida definitiva de la personalidad, porque se convierten en la pauta y guía de una conducta humana y humanizadora. Sólo el ser humano, en la creación, camina hacia la búsqueda de sentido. Una correcta escala de valores permite elegir entre caminos alternativos o contradictorios, y le hace capaz a la persona, de enfrentar conflictos, resolverlos; en fin, tomar decisiones.
La ausencia de una correcta escala de valores coloca a la persona en la duda, en la indecisión, y la deja a merced de pautas ajenas a una conciencia recta.
Por eso, el mayor desafío de una Institución educativa que ha definido claramente su sistema de valores prioritarios, consiste en motivar a sus educadores y a sus educandos para que los conviertan en VALORES DE VIDA, lograr que construyan un proyecto de vida personal con una gran dosis de sentido comunitario, para que luego lo hagan realidad en el devenir de su existencia.

Una educación para los Valores implica que se han identificado primero las necesidades fundamentales del ser humano, porque la educación tiene como tarea primordial la formación del hombre y de la mujer como SERES EN SI, como PERSONAS. Al ser humano le es necesario identificar cuanto antes qué valores van a constituir su médula interior.
Desde esta perspectiva, los Valores  son el factor más importante para el desarrollo de la personalidad: le es provechoso para ella aceptar o asimilar un Valor, y por el contrario, pierde algo de su ser, pierde “peso humano” si opta por un anti-Valor.
No es que viole un reglamento o desobedezca una ley: ES QUE ACTUA EN CONTRA DE SU PROPIA VOCACION HUMANA.
Por otro lado, los Valores son la base de la auto-estima. Mc Dougall, en 1926, ya hablaba del “sentimiento-base”: el respeto por uno mismo. Pues bien, este sentimiento,
para mantenerse y consolidarse, necesita de un sistema coherente de valores: “Sólo sé quién soy, si sé lo que prefiero y por qué lo prefiero; y si puedo definir – con un mínimo de claridad al menos – los objetivos básicos de mi vida”.
Por eso, el educador que quiera construir ámbitos de creación de Valores, tiene que cuidar de que estén siempre esos espacios al servicio de la auto-estima  y de la expresión personal de los educandos, y no al servicio de falsas justificaciones y faltas de autenticidad.

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Ene/14
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