en la frágil tierra de las vidas nuevas,
para depositar en ellas,
amorosa y silenciosamente,
semillas de vida y de esperanza,
que anuncien abundancia de cosecha
a lo largo de su paso por la vida.
No te obsesiones
por ver surgir los retoños de tu siembra.
Inclínate en el surco en cada jornada
y siembra, educador, siembra
¡Lo impotante es
que haya una buena cosecha!
Así florecerán en muchas tierras
los frutos de tu siembra generosa
en el corazón de las vidas nuevas
que ahora tienes en tus manos,
aunque tú no los veas.
No dejes nunca de hacer surcos
en la tierra nueva:
Nunca te canses de sembrar.
¡Lo importante es
que haya buena cosecha!
Sólo así habrás cumplido
con tu hermosa misión
de sembrador de vida
en las vidas nuevas.
¡Siembra, educador, educadora, siembra!
Elsye
Ago 27, 2011
8:11 am
Muy interesante, valioso y sobre todo práctico. Felicitaciones y sigan sembrando en los seres humanos esperanza y amor.
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