En un principio el aprendizaje se concebía desde una perspectiva conductista, dado por una relación directa entre un estímulo y una respuesta por parte del individuo. La mediación coloca entre ese estímulo y ese individuo a un ser humano, que es el mediador.
El aprendizaje al que nos referimos no es sólo el aprendizaje formal que se da en las aulas. Aprendizaje es todo cambio que se da en el cerebro desde que el niño empieza a conocer su mundo. Por tanto, los padres son los principales y primeros maestros y formadores de los niños.
La mediación es cuando una persona, con más conocimientos, promueve que una persona, con menos conocimientos, nombre, compare, categorice y dé significado a una experiencia de aprendizaje presente, relacionándola con experiencias pasadas y futuras.
Muchos podemos recordar en nuestra experiencia de vida esa persona, maestro, padre, tío, abuelo, que tocó nuestra vida de una manera especial y que sus enseñanzas han trascendido y se han transferido a otras áreas de nuestra vida.
Se han hecho estudios tomando niños sin dificultades ni deficiencias en ninguna de las siguientes áreas: genéticas, orgánicas, madurativas, emocionales ni económicas, desarrollados en un buen ambiente familiar y social y expuestos desde temprana edad a la educación. Un grupo reflejaba un buen desarrollo cognitivo, flexibilidad en sus procesos de pensamiento, capacidad de abstraer y generalizar, mientras que otro manifestaba un desarrollo cognitivo pobre, pensamiento concreto y poco flexible. La diferencia entre ambos grupos era la existencia de al menos un mediador en su entorno.
La mediación tiene cuatro características principales: la intencionalidad, la trascendencia, el significado y la reciprocidad.
En la mediación el aprendizaje deja de ser accidental, el niño no aprende cosas por casualidad, sino que viene a ser intencional. El mediador decide cuál será el estímulo, cómo lo presentará y qué significado le va a dar.
La trascendencia se refiere a que el mediador va más allá del contexto o las necesidades inmediatas del individuo y trata de llevarlo a generar principios generales que no están ligados al aquí y al ahora. Enseña estrategias, leyes o principios para generalizar este aprendizaje a otras situaciones.
El significado de un aprendizaje se da cuando relacionamos un hecho con otro pasado, enfatizando su conexión, importancia y valor.
La reciprocidad es cuando este mediador se modifica a sí mismo dependiendo de las reacciones del individuo que está siendo mediado. El mediador cambia el estímulo o la estrategia si no ve receptividad en el individuo. Si no tenemos resultados enseñando algo hay que cambiar la forma. No se pueden obtener resultados distintos haciendo lo mismo.
La reciprocidad es una de las cualidades más difíciles en un mediador. Incluso la televisión puede tener significado, trascendencia e intencionalidad, pero no tiene reciprocidad, pues no toma en cuenta las reacciones del individuo.
Por ejemplo, un niño puede aprender de forma independiente las distintas texturas, al irse exponiendo a ellas en el transcurso de su vida. Pero cuando un adulto, de forma intencional, selecciona texturas, lo expone a ellas, las compara con otras, les da significado al compararla con exposiciones previas a esa misma textura, el resultado del aprendizaje es distinto. Realmente de ambas formas puede aprender lo que es “rugoso”, con o sin mediador. Pero cuando un mediador pone en palabras: “rugoso, como el árbol, diferente al algodón” trae una riqueza al simple aprendizaje de “rugoso” que va más allá del tacto y que tiene vocabulario, concepto, comparación, diferenciación, categorización. Un aprendizaje tan sencillo como el de una textura puede hacerse sumamente trascendente y profundo cuando mediamos.
La exposición al estímulo, sin mediación, trae información meramente sensorial (color, forma, textura, olor) y muchas veces ahí queda, mientras que con la mediación se producen procesos de pensamiento elevados como son: sustantivos, adjetivos, comparación, analogías, memoria significativa. A través de la mediación se desarrolla el vocabulario, la creatividad, la imaginación y el pensamiento crítico.
A cualquier edad y con cualquier tema se puede mediar. Las experiencias se pueden mediar, los aprendizajes académicos, eventos y hechos sencillos de la vida, así como acontecimientos históricos y situaciones dela actualidad seenriquecen cuando mediamos. Los valores y el juicio moral pueden ser mediados. Un estímulo no es bueno ni malo en sí mismo, es el mediador que pone énfasis al valor.
Como se expresa al inicio, la mediación comienza en el hogar y transforma la manera en que ese individuo percibe su mundo y el modo en que recibirá la información y experiencias que le dará la escuela posteriormente. La vida actual lleva a los padres a un ritmo vertiginoso en el que exponemos a los niños a muchos y constantes estímulos (experiencias, paseos, viajes, objetos, juguetes, cursos, clases, talleres, dispositivos electrónicos), olvidando, o sin saber,que nada de esto produce modificaciones cognitivastan importantes y trascendentales como la mediación. En palabras más llanas no es cuestión de cantidad de estímulos, sino de la profundidad con que los abordemos. La mediación produce una transformación en la mente de la persona. El niño no aprende a pensar simplemente por la exposición al estímulo, aprende a pensar por la influencia mediador.
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