La Generación que no Lee ni Escribe

Escrito por Ibeth Guzmán en Los Educadores se Expresan

mother__child_readingEl pasado como posibilidad de un mundo mejor que el presente es una idea que, si no la analizamos con detenimiento, puede conquistarnos en más de una ocasión. Son casi innumerables las veces que se ha hablado sobre la crisis en la enseñanza de la Lengua, tomando como punto de partida las deficiencias ortográficas  expuestas por los jóvenes, y no tan jóvenes, que pueblan los diversos puntos de exposición de discurso escrito. Y no faltan las comparaciones que engrandecen la calidad educativa, de hace tres décadas, sobre la actual. Los ejemplos saltan al oído, pues se dice que “antes” una persona que se hacía bachiller, tenía hermosos trazos en sus letras y ortográficamente no había quejas de ninguna índole.

Y si vamos a comparar, basta abrir el Facebook de cualquier joven promedio para confirmar la hipótesis de que la gente de “antes” poseía mayor cantidad de competencias en lectoescritura que la de ahora. ¿O no? Esta pequeña incógnita revuelve el gusanito de una duda conveniente para un análisis, si no imparcial, por lo menos equilibrado.

Recuerdo las anécdotas que contaban orgullosos algunos privilegiados que estudiaron, hace unos treinta años, exponiendo que escribían cartas de amor por dinero. El negocio era que si algún joven estaba enamorado, iba donde estos “cupidos de las letras” para que pusieran en papel sus palabras de conquista. Extraño oficio en una época donde se supone que los niveles de producción escrita en el común de la gente que asistía a recibir educación formal, era más competente que la que tenemos hoy día. ¿Por qué desapareció este rol? ¿Hoy, quién cumple esta función tan importante para el desarrollo del romance? Nadie. Los chicos de hoy deben utilizar sus propios recursos lingüísticos para la seducción. Este punto nos lleva a otro elemento. Si de diez estudiantes enamorados, solo uno escribía, ni la ortografía, ni la caligrafía del resto  quedaba expuesta ante los lectores que no pasarían nunca de la media docena, como mucho. Sin embargo, cuando un joven hoy comete errores de ortografía y redacción, queda expuesto ante mínimo tres docenas de contactos que tiene en su cuenta. ¿A qué nos lleva esto? A dos puntos de interés en esta discusión tan socorrida en los últimos tiempos. Cuando los chicos, de hace más de dos o tres décadas, tenían que escribir, por lo general, se auxiliaban de un tercero que entendían experto en la materia. El segundo, que en el caso de que cometieran errores ortográficos estaban expuestos a menor cantidad de lectores. Nuestra era, a lo mejor no es la época de ensueño que algunos desearían, pero es la que nos tocó.

 

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Feb/15
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