La Generación que no Lee ni Escribe (2/2)

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Ahora, sí vamos al punto de origen, la casi certeza unánime que existe en nuestra población de que los jóvenes de hoy leen y escriben menos de lo que lo hicieron las generaciones anteriores. Punto que choca ante la reflexión más simple. Vamos con la primera: ¿A qué edad se empezaba la alfabetización formal hace veinte años? A los siete. ¿Y ahora? Antes de los dos años. Por lo que, por una cuestión de lógica, un niño que esté expuesto a tan temprana edad a un sistema de lectoescritura formal, ¿no tendrá más herramientas para ser un usuario exitoso del sistema lingüístico de su entorno? Supongamos que no.

Ahora bien, volvemos a la realidad de que esta generación es usuaria, por “default”, de un instrumento de consumo masivo llamado tecnología, para acceder con éxito a este sistema es, si no queremos ser extremos y calificar de imprescindible, debemos ser mínimamente coherentes y puntualizar como necesario, estar alfabetizados. Y, si admitimos que, los jóvenes de hoy son altamente dependientes de la tecnología, entonces es imposible imaginar a una generación analfabeta siendo usuaria de un sistema tan complejo que requiere como primer requisito, por no decir elemental, saber leer y escribir, porque es a través de la lectura y la escritura que estos dispositivos literalmente funcionan.

Siendo así, tenemos dos datos, los “chicos de ahora”, jóvenes y adolescentes, primero: están expuestos a la lengua escrita, antes de dejar de usar pañal; y, necesitan, con urgencia, ser usuarios de un sistema de comunicación lingüístico formal para administrar dispositivos que consideran parte de sí antes de cumplir el primer año de vida. Esta realidad, nos revela dos informaciones; la primera, que los niños de hoy aprenden a leer más temprano que los de hace veinte años y la segunda, que ellos necesitan con mayor urgencia saber leer, pues sin este conocimiento no pueden acceder a los dispositivos de los que son dependientes.

Ojalá los adultos de hoy, nos dediquemos a “comprender más, y a juzgar menos”, como diría Anthony Ríos. Así podríamos no solo de tratar de entender a esta generación, sino a crear vínculos significativos con nuestros hijos, nietos y bisnietos.