Comentamos ahora el capítulo 2 del informe de la UNESCO que tiene por título: “De la cohesión social a la participación democrática”, y que se subdivide en 2 temas, como su mismo título lo indica. Abordemos el primero: “La cohesión social”.
Para comenzar, el Informe hace una vívida descripción de “sociedades amenazadas por la desorganización y la ruptura del vínculo social”, de cuya realidad tenemos en estos tiempos múltiples ejemplos, lamentablemente, hasta en nuestra Nación: muchas de esas rupturas tienen como causa intereses políticos, otras provienen de los sectores sociales, y la mayoría, de la inequidad (desigualdad) en la distribución de los bienes básicos: salud, educación, empleo, etc.
Por eso será fácil al lector comprender la valiente propuesta que el Informe que comentamos hace al mundo de la educación:
“En todo el mundo, la educación – en sus distintas formas – tiene por cometido establecer entre los individuos vínculos sociales procedentes de referencias comunes”.
La mayoría de estas “referencias comunes” están ya mencionadas en la “Declaración de los Derechos Humanos” de la ONU, y en numerosos documentos, dentro y fuera de nuestro país. Lo interesante y novedoso es el papel protagónico que el Informe le señala a la educación en la solución de estas “rupturas sociales”:
“La educación debe asumir la difícil tarea de transformar la diversidad en un factor positivo de entendimiento mutuo entre los individuos y los grupos humanos”.
¡Qué lejos estamos de una visión simplista de la finalidad de la escuela, como la de obtener diplomas, o de simple requisito previo para acceder a empleos, etc.!
El Informe es claro y tajante, como para que nadie dude de lo que quiere dar a entender:
“La más alta ambición de la educación es brindar a cada cual los medios de una ciudadanía consciente y activa, cuya plena realización sólo puede lograrse en el contexto de sociedades democráticas”.
A algunos les sorprenderá esta insistente relación entre educación y un modelo político determinado. Para entender mejor el término “democrático”, reiteramos la novedosa definición de “Política”, que ya presentamos en párrafos anteriores: “La política es la ciencia de la organización de la convivencia humana”. Si se acepta como válida esta definición, se comprenderá sin dificultad el planteamiento del Informe de la UNESCO.
El desafío está en “traducir” ese objetivo en contenidos y metodologías que garanticen el logro del mismo, en la cotidianidad docente y educativa.
Y como para confirmar lo enunciado, el Informe cita estadísticas alarmantes:
“ En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social, celebrada del 6 al 12 de abril de marzo de 1995 en Copenhague, se hizo un balance alarmante de la situación social actual, recordando en particular que “más de mil millones de seres humanos en el mundo viven una pobreza abyecta, y la mayoría padece hambre todos los días”; y que “más de 120 millones de personas en el mundo están oficialmente desempleadas, y muchas más están subempleadas”.
El Informe describe algunas de las principales causas de esa “ruptura del vínculo social” entre las personas y entre grupos sociales:
“La crisis social que vive el mundo actual se combina con una crisis moral y va acompañada del recrudecimiento de la violencia y la delincuencia. La ruptura de los vínculos de proximidad parecer ser uno de los rasgos característicos del final del siglo XX”.
Mirando hacia nuestra Nación tendremos que reconocer que, vividos ya 10 años del siglo XXI, la UNESCO describió nuestra dolorosa realidad actual. ¿Hechos aislados o el efecto de causas estructurales en la organización social de nuestra convivencia humana a nivel nacional?
Al terminar el primer tema de este Capítulo 2 que lleva por título: “La educación frente a la crisis del vínculo social”, el Informe envía un mensaje de esperanza a los actores sociales del mundo de la educación:
“El reconocimiento de las dificultades actuales no debe llevar en modo alguno al desaliento. El ideal democrático está en cierto modo por re-inventarse, o al menos hay que revivificarlo. Lo que está en tela de juicio es la capacidad de cada persona para conducirse como un verdadero ciudadano, consciente de los problemas colectivos y deseoso de participar en la vida democrática. Se trata de un desafío para el sistema político, pero también para el educativo”.
El Informe aborda ahora el espinoso tema de la exclusión social , se plantea “la lucha contra las exclusiones”, y vuelve a recordarle al mundo de la educación su responsabilidad en la solución de este problema social.
“La educación puede ser un factor de cohesión si procura tener en cuenta la diversidad de los individuos y de los grupos humanos y, al mismo tiempo, evita a su vez ser un factor de exclusión social”.
Este párrafo tiene una enorme densidad de significación y de advertencia al mundo de la educación, sobre todo en su frase final. Está pidiendo a los responsables de los sistemas educativos y a los proyectos que organizan, que terminen ya con la época de los “moldes” prefabricados, a los que tendrían que amoldarse los usuarios so pena de “exclusión” si no se adaptaban exactamente a lo que la Institución educativa entendía que eran sus postulados innegociables. En la práctica ¿qué quedaba entonces de la identidad peculiar e irrepetible de cada educando?, o como dice este Informe ¿cómo se ejercitaría en la Institución el derecho a la diversidad, dentro de los razonables límites? Recuerde el lector que al genial físico alemán Albert Einstein (1879-1955), padre de la teoría de la relatividad del tiempo, lo expulsaron de su escuela, por solitario y “excéntrico”. ¿Qué dirían de él unos años después los que tomaron esa decisión?…
A veces se encuentran pseudo-educadores que hasta se glorían de la cantidad de alumnos que han expulsado de su aula o de la Institución “porque no se adaptaban a las normas que ellos daban”. La conocida amenaza: “Si no le gusta, se va para su casa”. ¿Éxito o fracaso? preguntamos.
Alguien ha afirmado, con mucha razón, que en cada estudiante que se expulsa, hay una cuota de responsabilidad en la Institución; y que en el fracaso del expulsado o expulsada queda cuestionada la finalidad misma que justifica la existencia de esa Institución.
El éxito de toda Institución educativa se mide, pues, por la cantidad de vidas nuevas que logra redimir, reorientar, salvar. Ningún médico que se respete, mide la calidad de su ejercicio médico por el número de personas fallecidas, que no logró salvar…
Esta reflexión sobre el tema de la exclusión o inclusión social merece ser profundizado en encuentros de la Comunidad de educadores de toda Institución que quiera ser fiel y coherente con la razón de su existencia y con su oferta educativa. Podrían plantearse preguntas como éstas: ¿Cómo preservar una sana identidad institucional sin sacrificar para ello las “diferencias” de sus integrantes y no caer en la injusticia de la “exclusión social”? ¿qué recursos emplear para salvar a los menos dotados mediante proyectos alternos y complementarios a lo exclusivamente académico, en vez de desprenderse simplemente de ellos, y lanzarlos al mar de la vida cuando todavía no saben nadar solos?…
“La lucha contra el fracaso escolar debe ser, por tanto, un imperativo social”, afirma categóricamente el Informe.
Pero para no quedarse en meras declaraciones, el Informe de la UNESCO pasa a sugerir metodologías accesibles, y para ello dedica la parte final de este primer tema a “algunos principios de acción”.
Afirma que la escuela “debe en primer lugar salvaguardar su función de crisol, luchando contra todas las formas de exclusión. Ello supone incorporar o re-incorporar al sistema educativo a los que se han mantenido alejados de él. Supone también asociar a los padres con la definición de la trayectoria escolar de sus hijos, y prestar atención a las familias más pobres para que no consideren la escolarización de sus hijos como un costo insoportable”.
Coherente con lo que ha expresado anteriormente, el Informe señala:
“Se deberá personalizar la enseñanza: ésta procurará valorizar la originalidad, propiciando la iniciación a la mayor diversidad posible de asignaturas, actividades o artes…Conviene diversificar en lo posible los sistemas de enseñanza y hacer participar a las familias y a diversos actores sociales en celebraciones educativas”.
A punto de concluir el desarrollo de la primera proposición de este Capítulo 2: La cohesión social, el Informe recomienda “asumir la diversidad y la pertenencia múltiple como una riqueza. La enseñanza del pluralismo cultural, no sólo es una protección contra las violencias sino además un principio activo de enriquecimiento cultural y cívico de las sociedades contemporáneas. Conviene afirmar a la vez el derecho a la diferencia, y la apertura a lo universal”.
Publicada originalmente el 15 de marzo del 2011
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