La UNESCO publicó un importante Informe sobre el tema de “La educación para el siglo XXI”, con el sugestivo título de : “LA EDUCACION ENCIERRA UN TESORO”. Fue el resultado de una importante investigación sobre el tema educativo a escala mundial, que se le confió a una Comisión compuesta por importantes personalidades de 14 países de todos los Continentes, presidida por Jacques Delors, quien escribió la Presentación del documento, con el significativo título de: “La educación o la utopía necesaria”.
Es una buena noticia percibir el interés que el debate educativo en nuestro país ha pasado a un primer plano. Con el único propósito de aportar un poco de luz a este tema vital, del que todos los ciudadanos/as somos responsables, y ofrecer claves serias de interpretación y de búsqueda de soluciones viables y eficaces dentro de nuestra realidad, es que he tomado la decisión de comentar, por lo menos para empezar, una parte de la Presentaciٖón mencionada del Informe de la Unesco, porque en ella aparecen ya orientaciones fundamentales y criterios muy serios que pueden ayudar a los interesados a mejorar un debate esencial, pero que refleja a veces falta de dominio fundamental del tema, y así avanzar en la búsqueda de las mejores respuestas deseables y posibles.
Este artículo, pues, se nutre – por su finalidad – de importantes citas del documento mencionado, a las que añado algunos comentarios que pueden mejorar su comprensión.
El título mismo de la Presentación de Jacques Delors, es ya un mensaje fundamental. Nos está diciendo que es imposible e incluso peligroso desplazar el tema de la educación, en cualquier proyecto que pretenda mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de una Nación, o de cualquier grupo en específico. Ya en su primer párrafo hace una solemne afirmación, indiscutible, imbatible:
“La comisión desea afirmar su convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso sino como una vía, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio de un desarrollo más armónico, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.”
No hace falta resaltar el formidable argumento que esgrime el autor, para comenzar: es una muy avanzada visión, abarcadora de lo que se espera de todo auténtico acto educativo, bajo cualquiera de sus expresiones. Para la Comisión, en cuyo nombre escribe, existe una estrecha relación entre educación y convivencia humana. Ha abordado la fundamental misiٕón de todo auténtico acto educativo: enseñar a convivir en un mundo plural, respetando las diferencias y aprovechando las convergencias, para el bien común. Se acerca mucho al actual concepto de “política”: “La organización de la convivencia humana”. Es importante que el atento lector/a no pierda de vista este enfoque global, cuando se integre en cualquier debate educativo.
Para confirmar esta visión, en el párrafo siguiente el autor afirma:
“La educación es también un clamor de amor por la infancia, por la juventud, que tenemos que integrar en nuestras sociedades en el lugar que les corresponda, en el sistema educativo, indudablemente, pero también en la familia, en la comunidad de base, en la nación”.
Y como si quisiera ser aún más claro y categórico, añade a continuación:
“Es imperativo que todos los que están investidos de alguna responsabilidad, presten atención a los objetivos y a los medios de la educación”.
Es evidente que el autor de esta Presentación está entrando ya en el terreno práctico de cómo deben estructurarse los proyectos educativos: no sólo a nivel de objetivos muy hermosos sino descendiendo hasta las estrategias, recursos, etc. que permitan cumplir con la finalidad anunciada.
Aparece ahora en la Presentación que comentamos, un amplio párrafo titulado: “El marco prospectivo”.
Prospectivo, nos dice el diccionario enciclopédico ilustrado, “es lo que expresa una anticipación de lo que va a suceder”. Al usar ese término, el autor indica que quiere resaltar el marco de la realidad concreta en que se van a desarrollar esos procesos educativos, para luego preguntarse:
“¿Cómo podrían las políticas de la educación no sentirse aludidas por los grandes desafíos? ¿Cómo podría la Comisión (de la UNESCO) no recalcar en qué pueden estas políticas contribuir a un mundo mejor, a un desarrollo humano sostenible, al entendimiento mutuo entre los pueblos, a una renovación de la democracia efectivamente vivida?”…
El lector comprenderá que, ya desde su comienzo, el Informe de la Unesco está llegando a conclusiones sorprendentes y comprometedoras, para todos y todas las que estamos envueltos en procesos educativos, y tenemos deseos de orientarlos hacia sus verdaderas finalidades.
Continuando en su Presentación, el autor aborda el tema de “Las tensiones que han de superarse”, aquellas que “sin ser nuevas están en el centro de la problemática del siglo XXI”. Hace una importante enumeración de las mismas, que por su extensión no podemos comentar aquí. Pero a título de ejemplo, citamos la última que presenta y describe:
“Tensión entre lo espiritual y lo material…El mundo, frecuentemente sin sentirlo o expresarlo, tiene sed de ideal y de valores, que vamos a llamar morales para no ofender a nadie…La supervivencia de la humanidad – la Comisión lo dice midiendo cada palabra – depende de ello”.
Detenemos aquí nuestro primer comentario del importante Informe de la Unesco, en sus palabras de Presentación de Jacques Delors, Presidente de la Comisión.
Pero si el lector ha captado la enorme importancia de lo que ha leído, y que es la tónica común a todo el Documento, lo invitamos a que haga contacto con las Oficinas regionales o locales del Ministerio de Educación, o pida información en las Librerías locales; en fin, que procure la forma de adquirir este histórico Informe y constituirlo en tema de lectura prioritaria en este año 2011, tanto para él como para los miembros de su comunidad educativa. Sería un magnífico instrumento de intercambio de opiniones entre educadores, y de mejoría de la comprensión de todo lo que se espera de la educación, y por ende, de los educadores y educadoras, que por diversas vías y situaciones,le dan vida, en la cotidianidad, al acto educativo.
Como final de este primer análisis, dejo al lector y a las comunidades educativas uno de los párrafos que se dirigen a ellos y ellas como actores indispensables:
“Todo convida entonces a revalorar los aspectos éticos y culturales de la educación, y para ello dar a cada uno los medios de comprender al otro en su particularidad, y comprender el mundo en su curso caótico hacia una cierta unidad. Pero hace falta, además, comenzar por comprenderse a sí mismo en esta suerte de viaje interior jalonado por el conocimiento, la meditación y el ejercicio de la autocrítica”.
Publicado oringinalmente el 13 de enero del 2011
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