“Queremos una educación que sirva para crear los ciudadanos y ciudadanas del mañana, y para ello es necesario preguntarnos qué tipo de personas, y para qué tipo de sociedad” (P.Jorge Cela, Coordinador General de la Federación Internacional “Fe y Alegría”)
La palabra “calidad” aparece hoy en boca de todos los actores serios del mundo de la educación. Pero es preciso reconocer que llegar al mundo de la educación desde el ámbito económico e industrial.
Este término de “calidad educativa” no es una expresión neutra, pues la educación se puede abordar desde muchos ángulos distintos: el social, el económico, el político…Por eso hay que precisar, cuando de calidad educativa se habla, la prioridad a la referencia al sujeto que se quiere formar y a la sociedad que se pretende construir.
Fe y Alegría ha ido construyendo a través de los años y fruto de la experiencia diaria acumulada en 17 países y más de 2000 centros educativos, una concepción específica que ofrece como tema abierto y en constante proceso de evaluación y redefinición.
La Institución empieza por reconocer que el esfuerzo por el acceso universal a la educación en América Latina, sin preocuparse por la calidad de los aprendizajes, no ha sido una estrategia adecuada. El resultado son las altas tasas de deserción y repetición, muy comunes en el área de los países latinoamericanos.
Cuando se tomó conciencia de este error se comenzaron a impulsar reformas educativas para adecuar el sistema educativo a la realidad cambiante y rápida del mundo moderno y, a la vez, se iniciaron sistemas de evaluación de la calidad de la educación.
En 1994, la oficina regional de la UNESCO puso en marcha instancias de seguimiento y evaluación de los sistemas y procesos educativos. La intención fue la elaboración de indicadores que permitieran conclusiones válidas y objetivas para una mejor evaluación. Pero pronto se sintió la necesidad de elaborar indicadores más amplios que midieran, no solo resultados, sino también la calidad de los procesos, y los impactos de la educación en la calidad de vida de los educandos.
El Movimiento Fe y Alegría se ha sumado a este esfuerzo por mejorar la evaluación de la tarea educativa, con un programa que incorpora cuatro factores asociados y básicos: contexto, recursos, proceso, y resultados.
Los múltiples discursos sobre la calidad educativa.
Hacia mediados del pasado siglo XX, la calidad educativa equivalía en capital humano. Se dio por supuesto que la inversión educativa y el desarrollo humano se correspondían automáticamente. Pero pronto aparecieron los primeros cuestionamientos.
“La preocupación central ya no es únicamente cuántos alumnos y en qué proporción asisten, sino quiénes aprenden en la escuela, qué aprenden, y en qué condiciones”. (L. Toranzas, 1996)
Pero en las últimas décadas de ese siglo, debido a los profundos cambios económicos y sociales marcados por la globalización y la revolución tecnológica, surgió una nueva visión de la calidad educativa centrada en la eficacia y en la eficiencia. Afloraba el peligro de trasplantar la lógica económica al orden educativo.
Paulo Freire fue uno de los que advirtió hace años acerca de este peligro:
“Se pretende convertir la escuela en una empresa que tiene como objetivo final el rendimiento. Esto se convierte en trampa mortal para los desheredados de la tierra”.
Otras reflexiones más pedagógicas, sin embargo, se han ido abriendo paso. Una de ellas es la preocupación por definir qué es una escuela eficaz.
“El descubrimiento más importante consiste en que el clima favorable para el aprendizaje en el aula, por sí solo, influye más en los aprendizajes que el efecto combinado de todos los demás factores”. (Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa. (LLECE). Primer informe, Santiago de Chile, 1998)
Al comienzo del año 2000, la relación indisoluble entre calidad y equidad supuso un importante avance en el destino educativo de América Latina.
La Conferencia Iberoamericana de Educación terminó con un pronunciamiento de los Ministros de Educación del área, en que expresaron que “no es posible hablar de sistemas educativos de calidad si éstos no responden a la diversidad de necesidades que presentan los diferentes sectores y los propios alumnos como individuos”. (La Habana, 1999)
En el año 2007, la UNESCO presentó en una convocatoria latinoamericana, un Informe con las características que deberían definir la calidad de los sistemas educativos:
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