Los aportes de la Neurociencia, nos han permitido conocer mejor como funcionan nuestros tres cerebros, y la importancia de la Regulación Emocional, para poder tener calidad de vida, menos estrés, y mejorar las relaciones con las personas de nuestro entorno.
Nuestros hemisferios superiores nos permiten desarrollar como especie humana, capacidades que no tienen otras especies. La voluntad, el pensamiento abstracto, la capacidad de auto observación, la comunicación a través del lenguaje escrito y oral, desarrollar la creatividad, y relacionarnos con los demás y nuestro entorno a través de la percepción de nuestros sentidos, entre otras funciones, es un privilegio de nuestra especie.
El segundo cerebro, que es llamado el cerebro emocional, nos permite desarrollar vínculos afectivos, afectos, crear sentido de pertenencia, lealtad y apego a las personas que amamos y con las cuales nos identificamos, y además guarda todas nuestras experiencias emocionales, de las vivencias agradables y desagradables por las cuales hemos transitado. Es el cerebro social.
El Tercer Cerebro, o cerebro reptil, es el cerebro de la supervivencia. Este cerebro regula todos los automatismos del cuerpo humano, regula el funcionamiento del cuerpo, y en momentos de peligro activa las respuestas de ataque o fuga, o parálisis, cuando sentimos miedo o enojo, y sentimos que está en peligro nuestra vida.
La Regulación emocional significa estar consciente cuando se activan respuestas de ataque o fuga, y cuando los procesos emocionales nos abruman, y buscar respuestas adaptativas, que nos permitan calmarnos, para que podamos buscar solución a los que nos afecta.
Esta Regulación Emocional se entrena y se aprende. Los niños pequeños reaccionan con respuestas automáticas y emocionales ante los estímulos estresantes del medio ambiente. Mientras crecen aprenden de sus Padres a comprender sus estados emocionales, a ponerle nombres a sus emociones, y antes de que se dispare el cerebro reptil, iniciar un proceso de autorregulación.
Cuando los Padres calman a sus hijos cuando están alterados en la primera infancia, les va enseñando como hacerlo consigo mismos. Cuando tienen miedo, están casados, o enojados, la calma de los Padres, que la transmiten a través de su tono de voz, de sus gestos, de sus palabras, crean un lenguaje interior que le permite al niño aprender a hacer lo mismo y auto regularse.
La Autorregulación la logramos cuando podemos comprender nuestros estados emocionales, y en vez de reaccionar nos auto observamos. Tomamos distancia, nos calmamos antes de hablar, porque muchas veces el conflicto entre dos personas, se traduce en dos cerebros reptiles reaccionando con lo único que sabe hacer, ataque o fuga. Por lo que si aprendemos a dormir al reptil seremos capaces de dialogar, y aprender enfocarnos en buscar soluciones para todos. Nos enfocamos en la solución y en el bien común, cuando trabajamos con la parte sana del cerebro emocional y usamos nuestras habilidades superiores para pensar en todos, no solamente en mi descarga emocional.
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