¿Cuántas Manos Educan a Mis Hijos?

Escrito por Denise Jiménez en Reflexiones para Padres

Durante las etapas evolutivas que atraviesan nuestros hijos muchas son las manos que están involucradas en su educación, la escuela es uno de esos sistemas de apoyo para la labor de los padres, pero como todo los demás, no debe ser sustituta de ese rol privilegiado: ser los primeros y más significativos formadores, guías, modelos y acompañantes del proceso educativo.

Compartimos algunas reflexiones escogidas de diversos autores, sobre la misión del hogar y de la escuela, con el objetivo de que sigamos trabajando como un equipo coordinado y complementario, a favor de la sana educación de los jóvenes.

En el hogar

Se adquieren los sólidos cimientos para la formación de la personalidad y el carácter. Se aprenden patrones de conducta, normas y valores.

De la familia nacen los ciudadanos, y estos encuentran en ella la primera escuela de virtudes sociales como la justicia, la honradez, el respeto, la veracidad, la generosidad, la solidaridad, etc., que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. El Papa Juan Pablo II asentó este principio esclarecedor: “Cual es la familia, tal es la nación, porque tal es el hombre”.

Corresponde a la familia contrarrestar el ambiente negativo que irremediablemente dificulta la tarea educativa. Por ejemplo, la exposición a algunos medios de comunicación que promueven propaganda que ridiculiza cualquier tipo de autoridad, así como los valores morales que se desean inculcar.

Virginia Satir, psicóloga, estudiosa de familia, menciona que “ La familia produce elementos que determinan estados en el individuo, de salud y fuerza, o bien de enfermedad psíquica y   emocional”.

La familia es toda una experiencia de comunidad. Es evidente que los problemas de hoy, de una juventud apática, no solidaria, indiferente, en muchos sentidos se deban a la falta de vivencia y educación en la primera comunidad.

Los padres poseen una autoridad y una misión educadora con respecto a sus hijos. Esta dos características tropiezan con una influencia extra familiar que reciben los hijos, por lo que es de vital que los padres estén conscientes de que debe impartir a su hijos educación, una orientación sexual, religiosa, etc. Es una obligación irrenunciable, aunque últimamente hay personas que creen que se debe dejar a los hijos las escojan por si mismos; pero es muy peligroso, por que los padres, deben ser formadores y si no lo hacen ellos lo harán otros ( y … ¿Quién sabe como?)

Involucrarse en la educación de sus hijos, ser protagonista a diario de la evolución de su inteligencia,  enseñarles a desarrollar su creatividad e ir desarrollando paso a paso las formas que darán carácter al estudiante del futuro, es misión de la familia.

Si hasta hoy los han formado en virtudes humanas como el orden, la disciplina, la introducción a la generosidad, la organización y el habito de trabajo escolar, en la casa, etc., hoy es el momento de empezar a profundizar en cada una de esas virtudes, para  que todo el potencial humano y espiritual de su hijo salga a la luz, ayudándole a ser un estudiante feliz con cada esfuerzo por realizar y terminar las cosas bien hechas. Esto es la voluntad.

La construcción de la personalidad moral de los hijos es reto de los padres. En este proceso ayuda mucho la cantidad de tiempo que se estará dispuesto a pasar en su compañía para acompañarles a discernir dilemas morales que cada día se presentan en diferentes formas (a través de los medios de comunicación, con la lectura de los diarios, lo que se escucha en la radio, propaganda de revistas…) Discutir esto con los hijos en la familia ayuda a construir la capacidad de razonar y de formar el juicio moral.

A lo único de los hijos tienen derecho es ¡a nuestra propia persona! O , si se prefiere, a lo más personal de nosotros: a nuestro tiempo, dedicación, interés, a nuestro consejo, a nuestro dialogo, al ejercicio razonado de nuestra autoridad, a la fortaleza para no flaquear cuando –por obligación inderogable- hemos de hacerles sufrir para provocar su maduración.

La Escuela

Trabaja sobre los cimientos del hogar y los fortalece. Debe evitar en lo posible criterios encontrados en valores fundamentales para mantener un mismo marco de referencia.

En ocasiones, debido al estilo de vida familiar, la dinámica social y algunas circunstancia mas, la escuela ha asumido roles parentales, que si bien han logrado dar respuesta a la necesidad del niño o joven en esa realidad y en el momento oportuno, debe ser la excepción, no la norma. Asumir cada uno su papel ayuda a evitar confusiones y a fomentar sanidad.

Proporciona el espacio para la interacción con otras familias, donde tendrán la oportunidad de conocer a otros padres que piensan y sienten como ustedes acerca de la educación de sus hijos.

La escuela tiene la misión de permitir a todos sin excepción, hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.

La escuela debe y puede ayudar en la formación de valores. Tener un currículum y un personal capacitado que colabore para lograr que los estudiantes obtengan su autonomía moral, o sea la capacidad para actuar de acuerdo con su conciencia y voluntad mediante la interacción con la sociedad. Eso se aprende en pequeños grupos, empezando en la familia, continuando en la escuela.

La construcción de la personalidad moral es un trabajo que la escuela comparte con la tarea de los padres. En el tiempo que los estudiantes están en el recinto escolar hay múltiples oportunidades de consolidar en ellos el juicio moral que se va construyendo según las etapas evolutivas por las que van  atravesando. A través del desarrollo cognitivo y las interacciones sociales que el estudiante mantiene con los adultos y con sus semejantes se van adquiriendo las normas morales, que a su vez se fortalecen o debilitan en la medida que la escuela y la familia hablen el mismo idioma formativo.

Estamos en un momento histórico de nuestro país, en que la descomposición moral del tejido social está ante nuestros ojos, los discursos morales y abstractos que se olvidan fácilmente no son la mejor ayuda, sino la enseñanza por medio del ejemplo y eso ocurre continuamente, casi sin darnos cuenta.

Se educa en todo momento, podemos estar transmitiendo un importante mensaje moral, tanto si el encuentro ha sido planificado como si surge sin esperarlo. Sigamos siendo un buen equipo de trabajo por el bien de nuestros jóvenes, cuya educación esta en nuestras manos. ¡Que reto más grande y que acto de generosidad tan gratificante!

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Abr/10
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